Pagana es la sensación
cuando sacrifico el deseo.
Elevo mis oraciones
vencibles
ante la mera explosión de tu recuerdo.
La fe
no habita en la incertidumbre.
La melodía de la espera
compone el Requiem
que invade el aire.
Encendidas apenas
las velas de mi alma
atenúan la oscuridad.
Exaltan la experiencia del dolor.
De la culpa.
Estoy pagando por penas que no he cometido.
Me arrodillo. Imploro. Suplico.
Y la espera, no es más que eso.
Sólo un páramo desierto . . .